domingo, 22 de agosto de 2010

SHOWS





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http://vos.lavoz.com.ar/content/super-80-y-algo-mas-2



La Voz


Pop/Rock > Miguel Mateos


Súper '80 y algo más


Miguel Mateos celebró los 25 años de "Rockas vivas" con un show intenso y plagado de hits.


21.08.2010


Miguel Mateos deslumbró en cerca de tres horas de show.


Germán Arrascaeta


Miguel Mateos nunca se anduvo con chiquitas. Miguel Mateos jamás dio un show en falso. Entonces, a la hora de celebrar el 25º aniversario de Rockas vivas, su disco mejor vendido, Miguel Mateos no iba a traicionar esa suerte de jurisprudencia rock & pop. Y así fue: el viernes a la noche, en un espacio Quality repleto con 2.500 personas, el líder de Zas revisó su "pináculo" con toda la pompa, cuerpo sinfónico incluido. Y lo hizo abrazado al latiguillo "esto es re '80, boludo".


Se respeta ese guiño cómplice del solista para con su público, pero es justo decir que su cancionero representa mucho más que la asociación a una época. También que él merece un lugar en el máximo pedestal del rock nacional, y un reconocimiento como un gran narrador de historias, como nuestro storyteller a la manera de un Bruce Sprinsgsteen. Por eso de que Mateos es un perfecto espía del tiempo tan agudo como The Boss.


Aparte, basta escuchar Peleando por tu amor como para certificar que esta comparación no es tan caprichosa. Todo bien con relacionar a una canción hermosa como Dulce Ana con los nevados, las botitas Academia, los suéteres a la base, la penetración cultural yanqui en plena guerra fría, el Atari o el fetiche ochentoso que a cada uno se le ocurra (puede ser la primavera alfonsinista también, claro). Se entiende, pero este tipo es un artista potente que trasciende el revisionismo kitsch. Es así pese a sus desmesuras, sus gestos de entrega para con el soberano que muchos ven como demagógicos. Es así por más que la intelligentzia quiera "engrasarlo". Miguel Mateos es tan grande como... Complete línea de puntos el lector con los que considere que merecen su lugar en nuestro Olimpo pop.


Cierto, la representación de Rockas vivas, en eso estábamos. El concierto largó con uno de los temas inéditos que se publicaron en ese álbum grabado en vivo: Sólo una noche más. La banda de respaldo, en ese tramo inicial, es la que acompaña a Miguel desde hace años (que tiene a dos guitarristas extraordinarios como Roly Ureta y Gabriel Pozzo), no el Zas que grabó el mítico disco. No tardan mucho en aparecer los compañeros de aquella aventura: Chino Sanz (viola), Raúl Chevallier (bajo), Alejandro Mateos (es el baterista de las dos bandas, la de ayer y la de hoy), Julio Lala (teclados, con campera roja vinílica que rankea como glamity en esta década), Ricardo Pegnotti (guitarrista del Zas original) y Oscar Kreimer (clarinetista y saxofonista de participación histórica en Tirá para arriba). Con ellos se corporiza el Zas más vendedor y se revisa la lista del disco (Perdiendo el control, Extra, Un gato en la ciudad) más otras canciones a las que Miguel llama "huérfanas". Son aquéllas que estaban en el repertorio de la grabación en directo pero que no fueron publicadas (Bingo, la perturbadora Bulldog, Tengo que parar). Cuando entra el pequeño cuerpo sinfónico para un tramo coronado con Huevos, la banda destaca a viejos y a nuevos miembros para airear una intensidad muy Queen. La intensidad es otro dato que abona esa idea de que estamos ante algo más que un ejercicio retro. Aquí hay rigor, onda, compromiso interpretativo.


Miguel Mateos nunca concentra un show en un solo eje, por más efeméride que se imponga. Por eso es que casi agotado Rockas vivas desmenuza su carrera solista con irrefutables como Si tuviéramos alas, Es tan fácil romper un corazón, y hits más atados a este tiempo como Bar Imperio, acaso su última pegada en materia de observación costumbrista. El resto fue lo de siempre: Miguel Mateos llevando la lista hasta cerca de las tres horas, sus fans haciéndose cada vez más fans, los inspectores municipales relojeando la hora para testear el límite horario de la ordenanza, los choripaneros corriendo el riesgo con el punto. Es como dice Miguel Mateos: pese a que se empeñaron en que lo olvidemos, en este país se puede ser feliz.